LA FIRMA. Artículo del Heraldo de Aragón publicado el 30 de junio de 2009.
El 26 de junio se fija en el calendario como el Día Mundial contra la Droga. Lustros atrás queda cuando las problemáticas ocasionadas por el uso de drogas era una de las principales preocupaciones de la ciudadanía según las encuestas del CIS (junto al paro y al terrorismo). Paradójicamente, en las últimas encuestas, con el mayor número de usuarios que ha habido nunca en el total de centros de tratamiento, se presenta el consumo de drogas como la preocupación diecinueve de la opinión pública.
Una organización como el Centro de Solidaridad de Zaragoza atendió hace 20 años, a lo largo de 1989 a 293 personas. Hace 10 años, en 1999, fueron 557 los casos que pidieron ayuda para iniciar un proceso de rehabilitación. Sin embargo, en 2008, el número de casos atendidos por los diferentes programas de esta Fundación (Proyecto Hombre, Jóvenes, Mantenimiento con metadona, Cocaína) ascendió a 1293. Justo mil personas (y sus familias) más que hace 20 años que, sin tener la apariencia del yonkie en la gran mayoría de los casos, presentan todo un cúmulo de problemáticas similares a aquellas que tanto se dramatizaba en los años 80 y 90: trastornos adictivos y comportamentales, problemáticas de salud, fisica y mental, problemáticas familiares y sociales, académicas, laborales, económicas y legales, cárcel y prostitución........
¿Que condiciona la percepción de la opinión pública?. La normalización de muchos consumos en ambientes naturales para ciertos sectores de población (de todas las edades) por un lado, y que a corto y medio plazo, en la mayor parte de los casos, los síntomas no son tan aparentes como los que ocasionaba la heroína (y aún así, 304 de los usuarios, un 23,5% de los atendidos por el Centro de Solidaridad, tenían a la heroína como droga principal de consumo).
Y lo que no se ve no molesta. Por eso origina tanto debate el botellón; porque molesta y origina críticas más que preocupaciones). Pero a la hora de actuar ante este fenómeno nos debería preocupar algo más que los comportamientos incívicos que provoca, que además no terminan de poner de acuerdo a grupos municipales, vecinos, sociólogos, padres y educadores.
A la hora de prevenir estamos volviendo, cual péndulo, a centrar la solución a las problemáticas de las drogas en general, y del botellón (el alcohol) en particular, en las primeras estrategias preventivas que se pusieron en marcha hace décadas: las normativas y la información (“Hablemos de drogas” dice una campaña). Y estas son necesarias, pero no suficientes. De nada nos servirán normas o conocer ampliamente los efectos de las sustancias si un potencial consumidor de las mismas no tiene recursos, aptitudes y hábitos interiorizados de respeto, responsabilidad, convivencia y salud. Y esto se consigue educando. Por cierto, en algunos colegios no es raro encontrar a padres de alumnos compartiendo unas cervezas mientras esperan que sus hijos finalicen la actividad extraescolar, algo que está prohibido (venta y consumo) por ser un espacio educativo, de menores y de práctica deportiva. Por eso sus hijos no tienen porque caer en problemas con el alcohol, pero flaco favor hacemos a la coherencia y a lo que luego exigimos a los más jóvenes.
Por eso, cuando algunos sociólogos, políticos o “apóstoles de la adolescencia” defienden el botellón como espacio necesario de socialización para los más jóvenes, habría que cuestionar si es un modelo positivo de socializar aquel que deja como deja plazas y parques, que no respeta el bien común, el descanso del vecino o en el que se convive con conductas asociales. Además de todo los perjuicios que puede acarrear la ingesta de alcohol en busca de sus efectos psicoactivos.
En un sondeo realizado entre adolescentes que acuden a nuestro programa de jóvenes (en 2008 se atendieron 231 casos), un 94% reconocía haber practicado botellón., siendo la edad media de inicio al mismo los 13,38 años (en un arco entre los 11 y los 18 años). El Parque Grande era el lugar más frecuentado (para un 44%), junto a la Plaza de los Sitios y el Parque Miraflores (un 27%). El Auditorio, la Vía Hispanidad, el Canódromo o el parque de la Aljafería era otros centros de interés.
Razones para practicar botellón dadas: estar con los amigos, divertirse, hacer cosas que no haces en otros sitios, el que no te piden el DNI, conocer gente, y especialmente el que puedes beber más por menos dinero. Algo estamos haciendo mal, cuando esta es la razón más repetida por los adolescentes.
Y para finalizar otro dato para la reflexión. El 100% de los que afirman practicar botellón, reconocen consumir otras drogas junto al alcohol. Un 83% derivados del cannabis, un 38% cocaína, un 22% speed, y un 11% otros derivados anfetamínicos como el éxtasis o el cristal. A lo mejor si que deberíamos prestar mas atención al día de hoy.
Jorge Gracia Pastor.
Educador del Centro de Solidaridad de Zaragoza