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El año 2014 dejó en Aragón un repunte del 51% de los casos de padres y madres víctimas de la violencia de sus hijos. Según los datos del Registro central para la protección de las víctimas de la violencia doméstica y de género publicados por el INE, los juzgados aragoneses dictaron medidas cautelares en 68 casos de violencia filioparental frente a los 45 casos similares registrados en el año 2013.
Estos datos revelan que en el 43% de los casos de violencia doméstica cuantificados en Aragón durante ese año, los agresores fueron los descendientes directos de la víctima. En 2014 sufrieron malos tratos por parte de sus hijos 46 madres y 22 padres frente a las 35 madres y los 10 padres maltratados del año 2013.
El menor, el agresor
La tendencia al alza de la violencia filioparental ejercida por menores parece además afianzarse en 2015. Solo en el primer trimestre de este año la Fundación para la Atención Integral del Menor (FAIM) ha recibido 30 nuevos casos en el Espacio Ariadna, un centro puesto en marcha hace apenas un año con el objetivo de atender a las familias en las que se registran expresiones de violencia por parte de los hijos.
De marzo a diciembre de 2014 acudieron al Espacio Ariadna casi 50 familias con este problema y los médicos, psicólogos, trabajadores sociales y educadores de este centro se sorprenden por el aumento de la demanda en el primer trimestre de 2015.
"Los padres acuden a nosotros cuando la situación les desborda, tras un recorrido muy largo o muy intenso en el que ya se han producido agresiones", apunta Raúl Gutierrez, psicoterapeuta de este espacio.
El perfil de los hijos agresores y de las familias varía mucho de unos casos a otros. Algunos casos llevan consigo otros problemas complejos como el consumo de drogas, trastornos psiquiátricos, desestructuración familiar, problemas relacionales o fracaso escolar y por eso desde el Espacio Ariadna evitan generalizar. Sin embargo, en la mayor parte de los casos atendidos a través de este recurso la edad del agresor oscila entre los 15 y los 18 años y son hijos varones que maltratan a sus madres.
Gutierrez distingue entre dos tipos de situaciones. Una más numerosa que engloba a los menores que desarrollan el comportamiento violento durante la adolescencia tardía (unos 16 años) y otra menos común pero más complicada de resolver en la que el comportamiento violento hacia los progenitores comienza en la infancia y va agravándose hasta la adolescencia. "Cuando la violencia se instaura como una forma de relación normal y natural es mucho más difícil de solucionar", matiza Gutierrez.
Preocupación entre profesionales
Miguel Ausejo, médico, director técnico de la FAIM y coordinador del Observatorio para la Violencia Intrafamiliar explica que los casos suelen llegar a su fundación a través de los servicios sociales o la fiscalía de menores y calcula que si la tendencia se mantiene, a finales de año habrán atendido a un mínimo de cien familias. "Es un volumen muy importante y hay una preocupación clara entre los profesionales y las administraciones y una demanda cada vez mayor por parte de las familias".
Desde la Fundación Centro de Solidaridad, Javier Miana corrobora la persistencia de la violencia filioparental. Él es el responsable de un programa de esta fundación (Tarabidan) que trata de orientar a jóvenes en situación de riesgo de entre 13 y 18 años, principalmente por el uso de drogas y relaciones conflictivas. En 2014 su fundación detectó síntomas de este problema en un 30% de las 147 atenciones que realizó. En cerca de 40 familias a las que trataron desde este programa, descubrieron que los padres eran víctimas de violencia por parte de sus hijos.
Los profesionales del sector coinciden en que la denuncia es lo último a lo que recurren las familias que sufren la violencia filioparental. Por eso y por la vergüenza que les supone a los padres reconocer su problema, exponen que las estadísticas disponibles al respecto reflejan datos muy alejados de la realidad y auguran que los casos reales serán "muchos más" de los registrados.
Tanto Tarabidan como el Espacio Ariadna buscan ayudar a las familias en un proceso de redefinición de las relaciones y reconstrucción de vínculos. Para ello, trabajan con los menores y sus padres en sus instalaciones, en el domicilio familiar y en los lugares donde desarrollan sus actividades cotidianas. |
