Fuente: elmundo.es
La adicción a los videojuegos será oficialmente una enfermedad a partir de este
año. Así lo ha reconocido la Organización Mundial de la Salud, que incluirá el
trastorno en su nueva Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD11), un
compendio que no se actualizaba desde 1992 y cuyo borrador ha salido estos días
a la luz.
La guía definitiva no se publicará hasta dentro de unos meses, pero han
trascendido algunas de sus novedades, como esta incorporación, que no ha
estado exenta de polémica.
Según sus datos, se considera que existe una adicción a los videojuegos cuando
se da "un comportamiento persistente o recurrente de juego" -ya sea
'online' u 'offline' que se manifiesta a través de tres signos. La "falta de control
sobre la frecuencia, duración, intensidad, inicio, finalización y contexto de la
actividad" es la primera de las condiciones, entre las que también figura el hecho
de dar una "prioridad creciente" al juego frente a otras actividades e
intereses vitales diarios. Se considera asimismo un marcador del trastorno "la
continuidad o aumento de la conducta pese a la aparición de consecuencias
negativas".
El documento señala expresamente que, para que el comportamiento se
considere patológico debe darse un patrón severo, que produzca un "deterioro
significativo en el ámbito personal, familiar, social, educacional, ocupacional u
otras áreas de funcionamiento".
Además, añade el texto, para efectuar el diagnóstico, generalmente el
comportamiento y estos rasgos señalados deben darse por un periodo de al
menos 12 meses, si bien la patología puede considerarse antes si se dan todas las
consideraciones establecidas y los síntomas son graves.
"Hay que dejar muy claro que una cosa es la adicción y otra muy distinta
el uso excesivo", apunta Celso Arango, jefe del servicio de Psiquiatría del Niño
y del Adolescente del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid.
Sin duda, hoy en día muchos adolescentes dedican gran parte de su tiempo a los
videojuegos, pasan más horas de las que son recomendables frente a una
pantalla, pero si eso no afecta a su día a día, no interfiere en su vida familiar y
social y no repercute en su rendimiento, no puede considerarse un
comportamiento patológico, explica.
"Cuando una persona tiene una adicción, pierde el control, toda su vida
gira en torno a eso a lo que es adicto", añade Arango. "El afectado se
convierte en un esclavo que deja de hacer sus actividades habituales y sufre
profundamente porque, aunque le gustaría abandonar ese
comportamiento, la realidad es que no puede hacerlo", subraya.
|