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La mitad de las mujeres con alguna adicción sufre violencia de género (24/11/2014)
Europa Press/ Más de la mitad de las mujeres con algún tipo de drogodependencia sufren además, violencia de género. Sin embargo, la falta de recursos especializados en el abordaje integral de ambas problemáticas dificulta su detección, las deja en muchos casos atrapadas en un círculo vicioso en el que maltratador y sustancia van de la mano y produce que muchas “se acaben perdiendo por el camino” que lleva a la recuperación. Lo explican distintos estudios y expertos, para poner el acento en una realidad que permanece oculta por “la doble vulnerabilidad y el doble estigma” que implica sufrir malos tratos cuando se tiene alguna adicción y por la falta de conciencia social, cuando no justificación, de una problemática muy concreta que no sale en las estadísticas. “Si ya de por sí las víctimas de violencia de género acceden poco a los recursos, cuando concurre una drogadicción mucho menos, y cuando llegan a los de emergencia porque se ha producido una situación de maltrato -como un piso tutelado-, se encuentran con que no se las puede acoger porque no están preparados para ello: se las deriva a prevención de drogodependencias”, explica Yolanda Nieves Martín, del departamento de Innovación, Investigación y Desarrollo de Fundación Atenea. La experta destaca que la detección de los malos tratos en estos casos es más complicada, por un lado, porque “si se tiene una situación de consumo activo se tiende a minimizar la violencia y para ellas mismas, es secundario frente a la necesidad de estabilizar y reducir” su adicción, y, por otro, “porque en un recurso de drogodependencias se habla de drogas, no de todo lo demás, con lo cual es complicado que los profesionales sepan que estás cosas se están dando”. “Hay una cuestión transversal de género en la drogodependencia. En una mujer está más penado socialmente ser drogodependiente, con lo cual ellas tardan más en reconocer esa situación y por tanto, les es más difícil obtener ayuda. Obviamente, si estás en consumo activo y estás ejerciendo la prostitución, por ejemplo, con lo que sumas dos situaciones alegales, es más difícil que te acerques a un cuerpo de seguridad a denunciar. También es más difícil que te escuchen”, plantea la experta. Con todo, cuando en la red de drogodependencia se detecta esa situación de maltrato, “los profesionales muchas veces tampoco están preparados para un abordaje más allá de la derivación a recursos que puedan existir de violencia de género, donde las mujeres tienen problemas por su condición, sobre todo si tienen un consumo activo no estabilizado, para ser atendidas”. La presidenta de la Federación de Mujeres Separadas y Divorciadas, Ana María del Campo, le da la razón. En sus recursos de acogida no se admiten mujeres en consumo activo de cualiquier estupefaciente, como tampoco con problemas de alcoholemia. “No se puede intervenir con un programa de violencia de género con una mujer si hay drogodependencia, de ninguna manera. Es esencial que la víctima salga del consumo para que pueda entrar en una recuperación integral”, afirma. En su opinión, son los centros de atención a la drogodependencia quienes deberían tener unidades de violencia de género en las que trabajar mientras se trata a la mujer de sus adicciones porque “es practicamente imposible que quien se ocupa solo de la violencia de género lo mezcle con tratamiento de drogadicción”. “Así no se recupera nadie, ni esa persona que viene con la dependencia, ni las mujeres que tienen una situación de maltrato”, asegura.
 
 
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